Puntos clave
1. Conciencia: La Base de Toda Experiencia
Conocer o estar consciente es el elemento continuo en todo conocimiento y experiencia cambiantes.
La conciencia es omnipresente. Es el telón de fondo constante contra el cual ocurren todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones. Como una pantalla que permanece consistentemente presente a lo largo de todas las películas, la conciencia es el elemento inmutable en nuestra experiencia siempre cambiante.
La conciencia es fundamental. Es el componente esencial e irreducible de la experiencia. Sin conciencia, no habría experiencia alguna. Es el elemento que conoce en todo conocimiento, la vivencia en toda experiencia.
La conciencia es no objetiva. A diferencia de los pensamientos o sentimientos, la conciencia misma no puede ser observada como un objeto. Es el observador, el conocedor, el experimentador. Sin embargo, paradójicamente, somos conscientes de que somos conscientes. Esta experiencia no objetiva de estar consciente es nuestro hecho de existencia más íntimo y autoevidente.
2. La Naturaleza Pasada por Alto de Nuestro Ser Esencial
La paz y la felicidad no son, como tales, experiencias objetivas que la mente tiene de vez en cuando; son la misma naturaleza de la mente.
Nuestra verdadera naturaleza a menudo no es reconocida. La mayoría de las personas están tan cautivadas por el contenido de su experiencia - pensamientos, emociones, sensaciones - que pasan por alto la presencia consciente en la que ocurren todas estas experiencias. Este descuido es la raíz de todo sufrimiento psicológico.
La felicidad es nuestra esencia. La paz y la felicidad que buscamos no se encuentran en objetos o experiencias externas, sino que son inherentes a nuestra naturaleza esencial de pura conciencia. Como parches de cielo azul que aparecen en una vasta extensión nublada, los momentos de felicidad revelan nuestra verdadera naturaleza, que está siempre presente pero a menudo oscurecida.
El reconocimiento es clave. El camino hacia la paz y la realización duraderas comienza con el reconocimiento de nuestra naturaleza esencial de conciencia. Este reconocimiento no se trata de adquirir nuevo conocimiento, sino de ver claramente lo que siempre ha estado presente pero ha sido pasado por alto debido a nuestra fascinación con la experiencia objetiva.
3. El Camino Directo: Reconociendo Nuestra Verdadera Naturaleza
La iluminación o el despertar no es una experiencia particular o un estado mental que se puede alcanzar practicando lo suficiente o meditando durante mucho tiempo. Es el reconocimiento de la propia naturaleza de la mente.
El Camino Directo es inmediato. A diferencia de las prácticas espirituales progresivas que implican purificación o transformación gradual, el Camino Directo nos invita a reconocer nuestra verdadera naturaleza directamente, aquí y ahora. Es un camino sin camino, ya que no hay distancia entre la conciencia y sí misma.
Reconocimiento, no logro. La iluminación no es un estado especial que se deba alcanzar, sino la clara visión de lo que ya es. Es el reconocimiento de nuestra naturaleza esencial como conciencia misma, que siempre ha estado presente pero ha sido pasada por alto debido a nuestro enfoque exclusivo en los objetos de la experiencia.
La simplicidad es clave. El Camino Directo no requiere prácticas complejas ni conocimientos esotéricos. Simplemente nos invita a notar la conciencia siempre presente que es la base de todas nuestras experiencias. Esta simplicidad lo hace accesible a cualquiera, independientemente de su trasfondo o calificaciones espirituales.
4. Ser Consciente de Ser Consciente: La Esencia de la Meditación
Ser consciente de ser consciente es la esencia de la meditación. Es la única forma de meditación que no requiere dirigir, enfocar o controlar la mente.
La verdadera meditación es sin esfuerzo. A diferencia de las prácticas de meditación convencionales que implican controlar o enfocar la mente, ser consciente de ser consciente es una no-práctica. No requiere ningún esfuerzo o actividad de la mente, sino simplemente descansar en nuestro estado natural de conciencia.
Conciencia autoiluminadora. Así como el sol no necesita dirigir su luz para iluminarse a sí mismo, la conciencia no necesita hacer nada para conocerse. Es auto-consciente por naturaleza. Ser consciente de ser consciente es simplemente permitir que la conciencia repose en sí misma, reconociendo su propia presencia luminosa.
El portal hacia la paz. Este simple reconocimiento de nuestra naturaleza esencial como conciencia es la puerta a la paz y la felicidad que buscamos. Es en esta experiencia no objetiva de ser consciente donde encontramos la paz imperturbable y la alegría incondicional que son inherentes a nuestra verdadera naturaleza.
5. El Camino Sin Esfuerzo hacia la Autorrealización
La meditación no es algo que hacemos; es algo que dejamos de hacer. Así, podría llamarse auto-retorno o auto-reposo.
Cesar, no hacer. La verdadera meditación no es una actividad que realizamos, sino una cesación de nuestra actividad mental habitual. Es una relajación de la tendencia de la mente a buscar y aferrarse constantemente, permitiéndole asentarse en su estado natural de conciencia abierta y espaciosa.
El camino del no-esfuerzo. El camino sin esfuerzo reconoce que cualquier esfuerzo por convertirse o lograr algo solo refuerza la ilusión de separación. En cambio, nos invita a relajarnos en nuestro estado natural, reconociendo que lo que buscamos ya está presente.
De buscar a ser. Este enfoque marca un cambio fundamental de buscar la felicidad en objetos o experiencias externas a reconocer la paz y la realización inherentes a nuestra naturaleza esencial. Es un movimiento de hacer a ser, de convertirse a reconocer lo que ya es.
6. El Viaje Hacia Dentro de Autodescubrimiento
Solo cuando dejamos de buscar la felicidad en la experiencia objetiva, y permitimos que la mente se hunda más y más en el corazón de la conciencia de la que ha surgido, comenzamos a saborear la paz y la realización duraderas por las que hemos anhelado toda nuestra vida.
Volviendo hacia adentro. El camino hacia dentro nos invita a redirigir nuestra atención de los objetos de la experiencia al sujeto: la presencia consciente que conoce toda experiencia. Este no es un movimiento físico hacia adentro, sino un cambio en el enfoque de nuestra atención.
De objetos a esencia. A medida que nos alejamos del contenido de nuestra experiencia y nos dirigimos hacia la presencia conocedora que es consciente de toda experiencia, comenzamos a reconocer nuestra naturaleza esencial. Este viaje hacia dentro nos lleva a través de capas de pensamientos, sentimientos y percepciones hasta el corazón de la conciencia misma.
El encuentro del conocimiento y el amor. Este viaje interior es donde los caminos del conocimiento y la devoción convergen. Es tanto una investigación sobre la naturaleza de nuestra mente como una entrega a nuestra esencia más profunda. Al reconocer nuestra verdadera naturaleza, encontramos tanto la verdad última como el amor último que buscamos.
7. Disolviendo la Ilusión de la Separación
No hay yo distinto de la eterna, infinita conciencia, o del ser infinito y auto-consciente de Dios, que haya venido a existir. Creer lo contrario es una blasfemia.
La ilusión de la separación. La sensación de ser un yo separado y limitado es una ilusión que surge cuando la conciencia se enfoca exclusivamente en e identifica con los objetos de su experiencia. Esta aparente limitación de la conciencia es la raíz de todo sufrimiento psicológico.
No hay yo separado que eliminar. Reconocer nuestra verdadera naturaleza no implica eliminar un yo separado, porque tal yo nunca ha existido realmente. Se trata de ver a través de la ilusión de separación y reconocer la conciencia infinita que ya somos.
La Gran Muerte. La disolución del yo separado no es la destrucción de nada real, sino la clara visión de lo que siempre ha sido verdad. Es la muerte de una ilusión, revelando la eterna, infinita conciencia que es nuestra verdadera naturaleza.
8. El Océano de la Conciencia: Encontrando la Paz Interior
Siempre está en calma en las profundidades del océano; de igual manera, el corazón de la conciencia siempre está en silencio y en paz.
La metáfora del océano. La conciencia puede compararse con un océano, con pensamientos y sentimientos como las olas y corrientes en su superficie. Así como el océano permanece tranquilo en sus profundidades sin importar la actividad en la superficie, el corazón de la conciencia siempre es pacífico, independientemente de la actividad mental y emocional que experimentamos.
Sumergiéndose en la quietud. Encontrar la paz no se trata de controlar o eliminar pensamientos y sentimientos, sino de hundirse más profundamente en el corazón de la conciencia. A medida que lo hacemos, la agitación de la mente naturalmente disminuye, revelando la paz inherente de nuestra verdadera naturaleza.
Revelando nuestra verdadera naturaleza. Este proceso no implica convertirnos en algo nuevo o diferente, sino reconocer lo que siempre hemos sido. A medida que la mente se asienta en su esencia, se despoja de sus aparentes limitaciones, revelando la conciencia ilimitada y pacífica que es nuestra verdadera naturaleza.
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Reseñas
Ser Consciente de Ser Consciente de Rupert Spira es muy valorado por su clara y accesible explicación de la no dualidad y la conciencia. Los lectores aprecian la capacidad de Spira para transmitir conceptos complejos de manera sencilla, utilizando metáforas con las que se pueden identificar. El libro es elogiado por su potencial transformador y su enfoque en la experiencia directa en lugar de la comprensión intelectual. Aunque algunos lo encuentran repetitivo, muchos lo consideran una profunda exploración de la conciencia. Los críticos señalan referencias religiosas y una simplificación excesiva, pero en general, el libro es visto como una guía valiosa para la meditación y el autodescubrimiento.