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President Biden's Decline, Its Cover-Up, and His Disastrous Choice to Run Again
por Jake Tapper 2025 352 páginas
3.77
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Puntos clave

1. La mitología del "Levántate" de Biden impulsó su reelección a pesar de las dudas

"¡Levántate!", escribió Biden, "ha resonado a lo largo de toda mi vida."

Desafiando las probabilidades. La historia de vida de Joe Biden se construye sobre la superación de adversidades, desde su tartamudez hasta tragedias personales y reveses políticos. Esta creencia arraigada en su capacidad para "levantarse" tras caer se convirtió en una parte esencial de su autoimagen y en la fuerza motriz detrás de su decisión de buscar la reelección a una edad avanzada. El mantra de su padre, "No importa cuántas veces te derriben... importa qué tan rápido te levantes", moldeó su resiliencia política.

Triunfos pasados. Biden consideró su victoria en 2020 sobre Donald Trump, a pesar de que muchos lo veían demasiado mayor, como la confirmación de su capacidad para desafiar las expectativas. Se veía a sí mismo como una figura de logros históricos, al estilo de FDR o LBJ, que había revitalizado la economía y conseguido importantes victorias legislativas. Este sentido de destino y éxito pasado reforzó su convicción de que él, y solo él, podía derrotar a Trump nuevamente.

Fe sobre escepticismo. Para Biden y sus aliados más cercanos, esta mitología personal se volvió casi una "teología", donde cuestionar su capacidad para postularse de nuevo estaba prohibido. El escepticismo se interpretaba como falta de fe, creando un círculo de pensamiento grupal que desestimaba las preocupaciones sobre su edad y capacidades. Este sistema de creencias dificultaba que alguien, incluido el propio Biden, evaluara honestamente su aptitud para otro mandato.

2. Un círculo íntimo e insular protegió a Biden y controló el acceso

“Cinco personas manejaban el país, y Joe Biden era, en el mejor de los casos, un miembro senior de la junta,” dijo una persona familiarizada con la dinámica interna.

El poder del Politburó. La Casa Blanca de Biden se caracterizó por un círculo íntimo y excepcionalmente pequeño, a menudo llamado "el Politburó". Compuesto por leales de larga data como Mike Donilon, Steve Ricchetti y Bruce Reed, este grupo tenía un poder significativo, controlando el acceso al presidente y dirigiendo las decisiones políticas, a veces sin consultar a los secretarios de gabinete pertinentes. Su lealtad era principalmente hacia la familia Biden, no necesariamente hacia la presidencia o el país.

Protegiendo al presidente. Este grupo cerrado, junto con asistentes familiares clave como Anthony Bernal y Annie Tomasini, priorizaba proteger a Biden y la "teología Biden". Administraban su agenda, limitaban sus apariciones públicas y controlaban quién se reunía con él, a menudo aislándolo de opiniones disidentes o malas noticias, incluyendo las cifras de las encuestas. Este instinto protector, aunque basado en la lealtad, contribuyó a aislar al presidente y limitar la retroalimentación honesta.

La policía de la lealtad. Anthony Bernal, en particular, se hizo conocido como el líder de la "policía de la lealtad", ejerciendo influencia al cuestionar la fidelidad de otros miembros del personal. Su estrecha relación con la Primera Dama amplificó su poder, convirtiéndolo en un guardián cuyo visto bueno era a menudo necesario para que eventos o iniciativas avanzaran. Esta cultura de priorizar la lealtad sobre la franqueza solidificó aún más la insularidad de la Casa Blanca.

3. Tragedias personales y dinámicas familiares impactaron la presidencia de Biden

“La muerte de Beau lo envejeció significativamente,” dijo un confidente de larga data de Biden.

El costo del duelo. La muerte de su hijo Beau en 2015 impactó profundamente a Joe Biden, y algunos cercanos a él notaron un declive visible en su capacidad mental después de ese evento. Beau era visto como el heredero natural, y su pérdida dejó un vacío profundo. Esta tragedia, combinada con las luchas de su otro hijo Hunter con la adicción, generó un estrés personal inmenso que pesó mucho sobre el presidente.

Las dificultades de Hunter. Las batallas continuas de Hunter Biden con la adicción y problemas legales fueron una fuente constante de preocupación y distracción para el presidente. Los asistentes presenciaron a Hunter gritarle a su padre por teléfono, y el presidente parecía profundamente afectado por los problemas de su hijo. Las memorias de Hunter y sus posteriores problemas legales, incluyendo un juicio federal, llevaron el drama familiar al ojo público, sumando carga al presidente y contribuyendo a su estrés visible.

Lealtad familiar. Los Biden son intensamente privados y ferozmente leales entre sí, a menudo mostrando un frente unido contra amenazas externas percibidas. Esta lealtad se extendió a apoyar a Hunter, a veces a costa de la transparencia o de reconocer verdades difíciles. El deseo de la familia de proteger a Hunter y al presidente del escándalo influyó en decisiones, incluyendo la negación inicial de la hija de Hunter, Navy, y el manejo de sus problemas legales.

4. Los intentos por ocultar el declive comenzaron temprano y se intensificaron

“La mayor fortaleza de los Biden es vivir en su propia realidad,” nos dijo esta persona.

Ignorar hechos desagradables. Un lema familiar, "Nunca llames gordo a una persona gorda," simbolizaba la tendencia de los Biden a ignorar realidades incómodas. Esto se extendió a la salud del presidente, con una casi "negación espiritual" de admitir su declive. Los asistentes notaron que esta negación era más fuerte dentro del círculo más íntimo, mientras que quienes tenían menos contacto se alarmaban cada vez más.

Señales tempranas. Las preocupaciones sobre la agudeza mental de Biden ya estaban presentes durante la campaña de 2020, con asistentes susurrando sobre momentos en que no estaba "al cien por ciento". Sus actuaciones en debates generaban ansiedad, y su equipo evitaba entrevistas difíciles. La pandemia de COVID-19 ayudó inadvertidamente al limitar la necesidad de viajes agotadores y apariciones públicas, permitiendo a Biden hacer campaña a distancia y descansar más.

Medidas crecientes. A medida que avanzaba la presidencia, se intensificaron los esfuerzos para manejar la imagen pública de Biden. Esto incluyó:

  • Limitar eventos públicos, especialmente en mañanas, noches y fines de semana.
  • Apoyarse fuertemente en teleprompters y tarjetas de notas, incluso en reuniones privadas.
  • Usar múltiples cámaras y edición pesada en videos para disimular tropiezos.
  • Acortar discursos y simplificar el vocabulario.

Estas adaptaciones, inicialmente vistas como útiles, evolucionaron hacia un patrón de ocultar las capacidades menguantes del presidente al público e incluso a muchos dentro de su propia administración.

5. El informe Hur expuso lapsos de memoria y desató la furia en la Casa Blanca

Resumiendo sus impresiones, Hur concluyó: “La memoria de Biden era peor.”

Investigación sobre documentos clasificados. El fiscal especial Robert Hur fue designado para investigar el manejo de documentos clasificados por parte del presidente Biden tras su vicepresidencia. Aunque Hur finalmente decidió no presentar cargos penales, su informe detalló evidencia de que Biden había "retenido y divulgado materiales clasificados de manera voluntaria." La clave de su decisión residió en su evaluación de la memoria y estado cognitivo de Biden.

Evaluación condenatoria. El informe de Hur dibujó un retrato de Biden como un "hombre mayor simpático y bien intencionado, pero con mala memoria." Basado en entrevistas con Biden, Hur notó limitaciones significativas en su recuerdo, incluyendo olvidar fechas clave como cuándo dejó de ser vicepresidente o cuándo murió su hijo Beau. Esta evaluación, aunque exculpatoria para cargos criminales, fue devastadora políticamente.

Reacción en la Casa Blanca. La Casa Blanca reaccionó con furia ante la descripción de la memoria de Biden por parte de Hur, considerándola "gratuita, inexacta e inapropiada." Presionaron al Departamento de Justicia para eliminar esos pasajes antes de la publicación del informe y, al no lograrlo, lanzaron una campaña agresiva para desacreditar a Hur y al Fiscal General Merrick Garland. Esta guerra pública contra el DOJ por el tema de la memoria resultó contraproducente, atrayendo más atención a las preocupaciones que intentaban suprimir.

6. Se hicieron adaptaciones para ocultar el deterioro de sus habilidades

“La Casa Blanca básicamente está ocultando a Biden mientras audiciona para otro mandato,” escribió Alex.

Manejo de la agenda. A medida que crecían las preocupaciones sobre la edad y resistencia de Biden, su agenda se gestionó cada vez más para minimizar apariciones exigentes. Los eventos públicos se limitaban a días laborables entre las 10 a.m. y 4 p.m., y los itinerarios de viaje se ajustaban para permitir más descanso. Esta estructuración deliberada buscaba mostrar al presidente en su mejor momento, pero también evidenciaba sus limitaciones.

Dependencia de ayudas. Los teleprompters y tarjetas de notas se convirtieron en herramientas esenciales, usadas incluso en reuniones pequeñas o para comentarios aparentemente simples. El personal desarrolló "tarjetas de noticias" con respuestas preparadas y escribía nombres de líderes mundiales fonéticamente. Estas ayudas, aunque comunes en cierta medida, se usaron en un grado inusual, sugiriendo la necesidad de compensar la disminución de la memoria y habilidades comunicativas.

Ajustes físicos. Incluso los movimientos físicos se gestionaron. Tras una caída en bicicleta y un tropiezo en las escaleras, los asistentes buscaron rutas de caminata más cortas, insistieron en barandillas y alentaron a Biden a usar zapatillas deportivas y las escaleras cortas en el Air Force One. Estos ajustes visibles, aunque prácticos, subrayaron aún más la fragilidad física del presidente.

7. El debate expuso al mundo el declive de Biden

Dana escribió algo en un papel y se lo pasó a Jake: “Acaba de perder la elección.”

Un momento crucial. El debate del 27 de junio de 2024 contra Donald Trump se convirtió en un punto de inflexión inesperado y devastador. Para millones de estadounidenses que no habían seguido de cerca las apariciones diarias de Biden, su desempeño reveló un nivel de declive cognitivo y físico que fue impactante e innegable. Su voz ronca, su entrega vacilante, momentos de confusión y miradas en blanco se transmitieron a nivel mundial.

Peores temores confirmados. Incluso dentro de la campaña y la Casa Blanca de Biden, la actuación fue recibida con consternación y pánico. Asistentes que habían minimizado preocupaciones o evaluado con indulgencia se enfrentaron a la cruda realidad. El debate hizo más para solidificar las dudas públicas sobre la aptitud de Biden que meses de campaña o reportajes negativos.

Consecuencias políticas. La reacción inmediata de demócratas, analistas e incluso algunos leales osciló entre el shock y la desesperación. El debate fue visto ampliamente como un fracaso catastrófico que confirmó los peores temores de los votantes sobre la edad y capacidad de Biden para servir otro mandato. Desató una ola sin precedentes de llamados públicos y privados para que se retirara de la contienda.

8. El pánico posterior al debate llevó a una intensa presión para que se retirara

“Estamos en la ciudad del desastre.”

Alarma generalizada. La actuación en el debate provocó una ola de pánico en todo el Partido Demócrata. Donantes amenazaron con retener fondos, legisladores expresaron horror en privado y figuras prominentes pidieron públicamente que Biden se apartara. El sentimiento era que el debate había hecho la situación insostenible y que permanecer en la carrera arriesgaba una derrota política devastadora.

Llamados a la retirada. Figuras como Ari Emanuel, Bill Daley y numerosos miembros del Congreso, incluyendo a Dean Phillips, Adam Smith, Seth Moulton y Mikie Sherrill, instaron públicamente a Biden a retirarse. Las juntas editoriales de importantes periódicos hicieron eco de estos llamados. Esta presión fue sin precedentes para un presidente en ejercicio que ya había asegurado la nominación de su partido.

Turbulencia interna. Dentro de la Casa Blanca y la campaña, el debate generó profunda desilusión y enojo entre el personal que sentía que habían sido engañados sobre la condición del presidente. Mientras algunos asistentes senior permanecían desafiante, muchos otros reconocían en privado la gravedad de la situación y la necesidad de un cambio en la candidatura.

9. La lealtad y la negación obstaculizaron una evaluación honesta

“Nos han estado manipulando.”

Ignorar lo obvio. A pesar de la creciente evidencia del declive de Biden, muchos dentro de su círculo íntimo y el establecimiento demócrata más amplio permanecieron en negación. Desestimaban las preocupaciones como ataques partidistas o sesgo mediático, insistiendo en que el presidente estaba tan lúcido como siempre a puertas cerradas. Esta negativa a reconocer la realidad fue vista por algunos como una manipulación psicológica hacia el público e incluso hacia su propio personal.

Miedo a la deslealtad. Una cultura de lealtad intensa dentro del entorno de Biden dificultaba que asistentes o aliados expresaran preocupaciones sin arriesgarse a ser etiquetados de desleales o ser marginados. Esto creó un efecto paralizante que impidió conversaciones honestas sobre las capacidades del presidente y la viabilidad de su candidatura.

Racionalización de la situación. Muchos demócratas justificaban su silencio argumentando que vencer a Donald Trump era el objetivo supremo, y que Biden, a pesar de sus defectos, seguía siendo el mejor o único candidato capaz de lograrlo. Esta creencia, comprensible dado el temor percibido hacia Trump, los llevó a pasar por alto o minimizar los riesgos asociados con nominar a un presidente envejecido cuyas capacidades disminuían visiblemente.

10. La decisión de Biden de postularse fue el "pecado original" de 2024

El pecado original de las elecciones de 2024 fue la decisión de Biden de buscar la reelección, seguida de esfuerzos agresivos para ocultar su deterioro cognitivo.

Rompiendo una promesa. Biden había indicado previamente que se veía a sí mismo como un "puente" hacia la próxima generación y que era "prácticamente inconcebible" que se postulara para la reelección en 2024. Su decisión de postularse, apoyada por su familia y asistentes más cercanos, fue vista por muchos como una traición a esta postura anterior y la raíz de la crisis política subsecuente.

Ignorando los riesgos. A pesar de ser el presidente de mayor edad en la historia y mostrar signos visibles de envejecimiento, Biden y su equipo siguieron adelante con la candidatura a la reelección. Desestimaron las preocupaciones sobre su capacidad para servir un segundo mandato, potencialmente hasta los 86 años, y el impacto que su edad tendría en la campaña. Esta decisión se tomó sin un proceso formal ni discusión abierta sobre los riesgos involucrados.

Consecuencias para el partido. Al insistir en postularse y asegurar la nominación, Biden evitó una primaria competitiva que podría haber producido un candidato más fuerte y joven con más tiempo para darse a conocer al país. Su decisión de permanecer en la contienda hasta finales de julio, tras el desastre del debate, dejó a su sucesor con un calendario severamente comprimido y un panorama político dañado.

11. El aparato del partido priorizó la candidatura de Biden sobre un proceso abierto

Fue política al estilo máquina para asegurar que Biden fuera el nominado.

Eliminando la competencia. El establecimiento del Partido Demócrata, incluyendo al Comité Nacional Demócrata y muchos líderes prominentes, trabajó activamente para despejar el camino para Biden y evitar una primaria competitiva. Esto incluyó cambiar unilateralmente el calendario de primarias para favorecer a Carolina del Sur, donde Biden tenía fuerte apoyo, y negarse a sancionar debates con retadores como Dean Phillips.

Miedo a la división. La principal motivación para evitar una primaria fue el temor a que debilitara a Biden y al partido, dificultando la derrota de Trump. Sin embargo, esta estrategia resultó contraproducente, ya que impidió que posibles candidatos construyeran reconocimiento y demostraran su valía, dejando al partido desprevenido cuando la candidatura de Biden colapsó.

Ignorando las preocupaciones de los votantes. A pesar de datos claros en encuestas que mostraban preocupaciones significativas sobre la edad y aptitud de Biden, el aparato del partido priorizó su nominación sobre abordar estos temas o permitir que los votantes eligieran una alternativa. Este enfoque de arriba hacia abajo alienó a algunos votantes y contribuyó a la sensación de que el partido estaba desconectado.

12. Harris heredó una campaña profundamente desafiante

Le entregaron una situación terrible.

Cronograma comprimido. La vicepresidenta Kamala Harris se convirtió en la nominada presumible a finales de julio, quedándole solo 107 días para hacer campaña contra un oponente bien establecido. Esto limitó severamente el tiempo para presentarse a los votantes, desarrollar posiciones políticas y construir su propia infraestructura de campaña.

La carga de Biden. Harris heredó una campaña lastrada por la impopularidad de Biden y las secuelas del debate. Luchó por distanciarse de la administración sin parecer desleal, y sus intentos de avalar la aptitud de Biden tras el informe Hur y el debate fueron vistos por algunos como hipócritas. Los continuos errores y apariciones públicas poco útiles de Biden tras su retirada complicaron aún más sus esfuerzos.

Restricciones estratégicas. Harris enfrentó limitaciones significativas para definir su candidatura. Dudaba en destacar desacuerdos políticos con Biden por temor a parecer desleal, y sus intentos de presentarse como "más de lo mismo" alejaron a votantes que buscaban cambio. La campaña luchó por encontrar un mensaje que pudiera atraer a votantes indecisos sin alienar a la base demócrata, dejándola con un camino difícil hacia la victoria.

Última actualización:

Reseñas

3.77 de 5
Promedio de 3.5K calificaciones de Goodreads y Amazon.

Pecado Original, escrito por Jake Tapper y Alex Thompson, ha recibido críticas encontradas. Algunos elogian su facilidad de lectura, pero cuestionan su integridad periodística, señalando una dependencia excesiva de fuentes anónimas y la ausencia de evidencia clínica. Para ciertos lectores, se trata de un examen necesario sobre el deterioro cognitivo de Biden y las fallas del Partido Demócrata; para otros, es una obra oportunista que carece de aportes novedosos. El enfoque del libro en la edad de Biden y su supuesto deterioro mental genera controversia: mientras algunos lo consideran un enfoque discriminatorio por edad, otros lo valoran como una crítica relevante al liderazgo político.

Your rating:
4.25
33 calificaciones

Sobre el autor

Jake Tapper es un autor de gran éxito, con seis libros publicados que abarcan tanto novelas como obras de no ficción. Su thriller político, "The Hellfire Club", debutó en el puesto número 3 de la lista de bestsellers del New York Times. Su libro de no ficción, "The Outpost: An Untold Story of American Valor", fue aclamado por la crítica debido a su detallado reportaje sobre las tropas estadounidenses en Afganistán. Tapper ha sido reconocido por su labor periodística en temas militares. Su escritura abarca diversos géneros, desde thrillers políticos hasta relatos históricos sobre elecciones presidenciales. A lo largo de su obra, explora con frecuencia temas como la política, el valor y la historia estadounidense, recibiendo elogios tanto de autores como de críticos.

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