Puntos clave
1. La lucha de clases, no la geopolítica, impulsa las guerras comerciales
Un conflicto global entre clases económicas dentro de los países se interpreta erróneamente como una serie de enfrentamientos entre naciones con intereses contrapuestos.
Conflictos malinterpretados. Las guerras comerciales suelen presentarse como luchas geopolíticas entre países, pero su causa raíz reside en los conflictos internos de clase. Las enormes transferencias de ingresos hacia los más ricos dentro de cada país distorsionan las economías, generando excedentes y desequilibrios que se extienden a nivel internacional. Este conflicto interno se proyecta luego en el escenario global como una serie de disputas comerciales.
Impacto de la desigualdad. El aumento de la desigualdad dentro de los países priva a la gente común de poder adquisitivo, lo que conduce a la subconsumo y la sobreproducción. Esto crea la necesidad de mercados externos que absorban el exceso de bienes, intensificando la competencia y el conflicto entre naciones. El verdadero enfrentamiento es entre clases económicas dentro de los países, no entre países en sí.
Paralelos históricos. La situación actual recuerda a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la extrema desigualdad en Europa llevó al imperialismo como forma de encontrar salidas para el capital y los bienes excedentes. De modo similar, los conflictos comerciales de hoy son resultado de enormes transferencias de riqueza hacia los ricos, reflejando patrones históricos de tensiones internacionales impulsadas por la desigualdad.
2. Modelos comerciales obsoletos ocultan las realidades modernas
El comercio actual no se parece en nada al de antes. Sin embargo, a pesar de todos estos cambios, la comprensión popular del comercio sigue basada en modelos del siglo XVIII ya caducos.
Evolución del comercio. El comercio internacional ha pasado de simples intercambios de productos terminados y materias primas a complejas cadenas globales de valor. Las empresas ahora distribuyen procesos productivos en varios países para maximizar eficiencia y minimizar impuestos, muy lejos de los modelos de Adam Smith y David Ricardo.
Cadenas de suministro transnacionales. El comercio moderno está dominado por insumos intermedios dentro de estas redes, y los productos terminados representan solo un tercio del comercio internacional. Esto hace que los datos convencionales de comercio bilateral sean una medida pobre del valor real creado por trabajadores y máquinas en cada país.
Distorsiones por evasión fiscal. La evasión fiscal corporativa distorsiona aún más los datos comerciales, ya que las empresas trasladan beneficios a jurisdicciones con bajos impuestos, deprimen artificialmente las exportaciones y elevan las importaciones. Esto vuelve engañosas las cifras bilaterales estándar, exigiendo una comprensión más completa de los flujos monetarios transfronterizos.
3. Los flujos financieros dictan los desequilibrios comerciales
Los desequilibrios financieros ahora determinan los desequilibrios comerciales.
Las finanzas por encima del comercio. Los flujos financieros internacionales, impulsados por factores más allá de la inversión racional, determinan los desequilibrios comerciales. Estos incluyen la especulación, la fuga de capitales, el mercantilismo y la búsqueda de seguridad, haciendo que cualquier vínculo entre el aumento del comercio y la prosperidad sea accidental.
Ciclos de crédito. Los grandes flujos de capital no responden a cambios en las condiciones comerciales o perspectivas de crecimiento, sino que son consecuencia de variaciones en la liquidez de las principales economías bancarias. Cambios institucionales que aumentan o reducen la oferta global de crédito transforman la percepción de los inversores sobre las perspectivas económicas reales de cada país.
Patrones históricos. La historia de los ciclos de préstamos internacionales muestra que las condiciones financieras globales suelen importar más que las perspectivas locales de crecimiento. Los ciclos sincronizados de crédito, impulsados por cambios en la oferta global de crédito, transforman economías y las obligan a ajustar sus niveles de importación y exportación.
4. El exceso de ahorro distorsiona la economía global
La gente común en todas partes está siendo privada de poder adquisitivo y engañada por chauvinistas y oportunistas para creer que sus intereses están fundamentalmente enfrentados.
Abundancia versus escasez. En una era de abundancia, el modelo económico tradicional de suprimir el consumo para financiar la inversión resulta contraproducente. En cambio, conduce a menor producción, capacidad ociosa y, en última instancia, a una reducción en el nivel de vida.
Ahorro e inversión. Aunque el ahorro y la inversión globales son iguales por definición, surgen desequilibrios cuando algunos países producen más de lo que consumen internamente y otros menos. Estos desequilibrios se compensan mediante el comercio, con países excedentarios exportando su producción sobrante a países deficitarios.
Distribución del ingreso. La tasa de ahorro de un país depende de cómo se distribuye el ingreso internamente, no de factores culturales o actitudes hacia la frugalidad. Las transferencias sistemáticas de riqueza de los trabajadores hacia los ricos distorsionan las economías al estrangular el poder adquisitivo y subsidiar la producción.
5. El modelo chino de alto ahorro alimenta desequilibrios globales
Las transferencias sistemáticas de riqueza de los trabajadores chinos a las élites chinas distorsionan la economía al estrangular el poder adquisitivo y subsidiar la producción a costa del consumo.
Modelo de desarrollo. El modelo chino de alto ahorro, caracterizado por consumo reprimido e inversión priorizada, ha impulsado su rápido crecimiento económico. Sin embargo, este modelo también ha generado desequilibrios globales significativos al crear un enorme superávit comercial.
Distorsiones internas. Las transferencias sistemáticas de riqueza de los trabajadores a las élites distorsionan la economía china al limitar el poder adquisitivo y subsidiar la producción en detrimento del consumo. Esto, a su vez, distorsiona la economía global al generar excedentes de bienes manufacturados y elevar los precios de los activos.
Imperativo de reequilibrio. Corregir los desequilibrios chinos requiere devolver poder adquisitivo a los trabajadores y jubilados, una tarea política compleja dada la resistencia de intereses arraigados que se benefician del statu quo. Este reequilibrio es crucial tanto para la estabilidad a largo plazo de China como para la salud de la economía global.
6. La austeridad alemana exporta dolor económico
Al igual que en China, los trabajadores europeos cada vez pueden menos permitirse lo que producen. Desde 2010, el gasto de los hogares en la zona euro ha crecido a menos de la mitad del ritmo de la producción total.
Medidas de austeridad. Las políticas económicas de Alemania, incluyendo impuestos al consumo y la desregulación laboral, han reprimido la demanda interna y creado un gran superávit comercial. Este superávit se ha exportado a otros países europeos, obligándolos a tolerar desempleo creciente y endeudamiento descontrolado.
Crisis europea. La crisis europea nunca fue un conflicto entre alemanes fascistas y griegos deshonestos, sino una cuestión de distribución del ingreso. Las políticas alemanas transfirieron poder adquisitivo de trabajadores y jubilados hacia los ultrarricos, lo que a su vez forzó a los vecinos de Alemania a soportar una combinación de desempleo creciente y endeudamiento elevado.
Consecuencias de la austeridad. La férrea oposición del gobierno alemán al endeudamiento público, ejemplificada por la Schuldenbremse, ha reducido la inversión en infraestructura y debilitado el poder adquisitivo del sector privado. Esto no solo ha perjudicado a Alemania, sino que también ha contribuido a la crisis europea en general.
7. La "carga exorbitante" de Estados Unidos sostiene los desequilibrios
Una combinación de empleo en declive y endeudamiento creciente fuera de China fue la consecuencia inevitable. Los estadounidenses han asumido gran parte de estos costos, en parte gracias a la colusión entre intereses empresariales estadounidenses y políticos e industriales chinos.
Demanda global. Durante décadas, Estados Unidos ha sido el gastador indispensable del mundo, absorbiendo el exceso de ahorro y producción de los países excedentarios. Esto ha tenido un costo: desindustrialización, crisis financieras y aumento del endeudamiento de los hogares.
Dominio del dólar. El estatus del dólar como principal moneda de reserva mundial ha impuesto una "carga exorbitante" sobre la economía estadounidense. La demanda extranjera de activos denominados en dólares ha inflado los precios de los activos, reducido los costos de endeudamiento y mantenido el dólar alto, minando la competitividad de EE. UU.
Sistema financiero. El sistema financiero estadounidense ha respondido a estas presiones creando nuevos activos para satisfacer la demanda extranjera, lo que ha llevado a una expansión masiva del crédito hipotecario y a un deterioro en los estándares de préstamo. Esto ha alimentado patrones insostenibles de consumo e inversión.
8. El reequilibrio requiere reformas internas, no presiones externas
Convencer a las élites chinas de permitir que los trabajadores consuman una mayor parte de lo que producen es uno de los grandes desafíos políticos de nuestro tiempo.
Aranceles ineficaces. Los aranceles y la retórica nacionalista no resolverán los desequilibrios globales, sino que probablemente reforzarán la creencia errónea de que los países tienen intereses económicos incompatibles. Manejar mal las quejas legítimas podría amenazar la paz internacional sin abordar los problemas de fondo.
Reformas internas. Reequilibrar la economía global requiere reformas internas en los países excedentarios para trasladar poder adquisitivo de las élites a la gente común. Esto incluye reforma agraria, reforma del sistema de registro de hogares (hukou), reforma fiscal, privatizaciones y legalización de sindicatos.
Cooperación global. Una redistribución moderada dentro de las naciones puede resolver pacíficamente los conflictos económicos entre ellas. El desafío es intelectual (lograr que se valore esta perspectiva) y político (derrotar a los intereses arraigados que se benefician del statu quo).
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Reseñas
Las guerras comerciales son guerras de clases recibió en su mayoría críticas positivas, elogiadas por su análisis perspicaz de los desequilibrios comerciales globales y su vínculo con la desigualdad interna. Los lectores encontraron esclarecedores el contexto histórico y las explicaciones económicas del libro, aunque algunos consideraron que resultaba demasiado técnico para el público general. El argumento de los autores, que sostiene que los superávits comerciales derivan de un consumo y salarios domésticos reprimidos, resonó en muchos. Los críticos señalaron que el libro se centra en soluciones políticas sin abordar la viabilidad política. En conjunto, los reseñadores lo consideraron una contribución estimulante para comprender los problemas económicos actuales.
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