Puntos clave
1. Dios fortalece la fe llamándonos a creer en Él de todos modos, incluso en circunstancias imposibles.
Por fe Abraham, cuando fue llamado a ir a un lugar que luego recibiría como herencia, obedeció y partió, aunque no sabía a dónde iba.
Fe en lo invisible. Dios a menudo llama a los hombres a adentrarse en territorios desconocidos o a esperar mucho más tiempo del que parece razonable, poniendo a prueba su fe en Sus promesas frente a la realidad visible. Abraham dejó su vida cómoda para ir a una tierra desconocida y esperó 25 años por el hijo prometido, Isaac, demostrando creencia ante circunstancias aparentemente imposibles. Este proceso fortalece la fe.
Pensar en el tiempo bíblico. Nuestra percepción del tiempo es limitada, lo que nos lleva a la impaciencia y la duda cuando las promesas de Dios no se cumplen de inmediato. La espera de Abraham por Isaac durante 25 años y el viaje de los israelitas de 470 años hacia la Tierra Prometida (430 en Egipto, 40 en el desierto) evidencian la elasticidad del tiempo de Dios. Adoptar el “tiempo bíblico” ayuda a manejar expectativas y perseverar, confiando en el tiempo perfecto de Dios.
Entrega total. La prueba máxima de la fe es estar dispuesto a entregar a Dios aquello que más deseamos conservar, como Abraham fue llamado a sacrificar a Isaac. Esta prueba revela si confiamos plenamente en Dios, incluso con lo que más amamos. Superarla, como hizo Abraham, demuestra una fe radical y permite que Dios obre de manera poderosa.
2. Dios forma a los hombres orquestando incluso las circunstancias más duras para un bien mayor.
Así que no fuiste tú quien me envió aquí, sino Dios.
Propósito en el dolor. Nada de lo que nos sucede por decisión humana ocurre fuera de la voluntad de Dios, quien orquesta hasta las circunstancias más difíciles para un bien superior. La historia de José, desde ser vendido como esclavo por sus hermanos hasta su encarcelamiento, ilustra cómo Dios usó la traición y la injusticia para posicionarlo y salvar a su familia y a una nación del hambre. Su sufrimiento tuvo un propósito divino.
Providencia meticulosa. La providencia meticulosa de Dios significa que no permite ningún mal excepto aquel que previene un mal mayor o produce un bien mayor. Esta doctrina nos asegura que, aunque la vida parezca fuera de control o Dios distante, Él obra soberanamente. La comprensión final de José de que Dios lo envió adelante para salvar trajo sentido y paz a sus décadas de sufrimiento.
Escenario para la gloria. Dios usa nuestras pruebas y sufrimientos no solo para nuestro bien, sino para mostrar Su poder y gloria. Como el hombre ciego de nacimiento para que se manifestara la obra de Dios, nuestras vidas, aun en la fragilidad, pueden ser un escaparate del poder redentor de Dios. Esta perspectiva transforma el dolor en propósito, permitiendo perdón y reconciliación, como se ve en la respuesta de José a sus hermanos.
3. Dios transforma el carácter del hombre mediante un proceso humillante de cambio personal.
Moisés era un hombre muy humilde, más humilde que nadie en toda la tierra.
Ir antes de ser enviado. Los hombres a menudo tienen sueños nobles o sienten el llamado de Dios, pero actúan prematuramente con su propia fuerza y sabiduría, lo que conduce al fracaso y la frustración. Moisés, confiado a los 40 años, intentó liberar a Israel matando a un egipcio, pero fue rechazado y huyó al desierto por 40 años. Su tropiezo temprano fue resultado de actuar antes del tiempo de Dios.
La universidad del carácter. Dios usa experiencias prolongadas en el desierto y circunstancias humillantes para cambiar fundamentalmente nuestra manera de pensar y actuar. Los 40 años de Moisés cuidando ovejas en Madián le quitaron el orgullo y la autosuficiencia, haciéndolo “muy humilde”. Este período no fue abandono, sino preparación para liderar a Israel en su propio viaje de 40 años por el desierto.
La humildad precede a la oportunidad. Dios se interesa más en el éxito de nuestro carácter que en nuestras circunstancias, y nunca sacrificará nuestro carácter para mejorar nuestra situación. Humillarnos nos permite reconocer nuestra insuficiencia y depender totalmente de Él. Como Moisés, que se sintió incapaz tras su entrenamiento en el desierto, Dios a menudo llama a los que se sienten más débiles, demostrando que Su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
4. Dios convierte el miedo y la debilidad del hombre en fortaleza, haciéndolo un líder inesperado.
El SEÑOR le dijo: “Yo estaré contigo.”
Candidatos improbables. Dios a menudo escoge a los hombres más inesperados para sus tareas más grandes, convirtiendo sus debilidades aparentes en plataformas para Su fortaleza. Gedeón, escondido y sintiéndose el más débil del clan más débil, fue llamado “guerrero valiente” por Dios. Sus dudas y pedidos de señales muestran su renuencia, haciendo que la elección de Dios sea contraria a la lógica humana.
Mayoría de dos. Cuando Dios llama a un hombre, Su promesa “Yo estaré contigo” significa que Dios y ese hombre constituyen mayoría en cualquier situación, sin importar las probabilidades abrumadoras. El ejército de Gedeón se redujo de 32,000 a 300 contra 135,000 madianitas, asegurando que la victoria fuera claramente obra de Dios, no de la fuerza humana. Esto demuestra que Dios no está limitado por nuestra debilidad.
Fortaleza en la debilidad. A Dios le deleita usar lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte, asegurando que solo Él reciba la gloria. Nuestras fallas y vulnerabilidades son a menudo las áreas que Dios usa para forjar nuestro ministerio e impacto. Al declarar lo que hacemos con Dios, como Gedeón gritando “¡Por el SEÑOR y por Gedeón!”, proclamamos que la batalla es Suya, haciendo imposible que los enemigos prevalezcan sin antes vencer a Dios.
5. Dios rescata a los hombres cuando se desvían, haciendo lo que sea necesario para corregirlos y restaurarlos.
David dijo a Natán: “He pecado contra el SEÑOR.”
De héroe a asterisco. Incluso hombres conforme al corazón de Dios, como el rey David, pueden caer en pecado grave cuando están donde no deben y ceden a la tentación. El adulterio de David con Betsabé y el asesinato de Urías, aunque perdonados tras su arrepentimiento, trajeron consecuencias severas y duraderas para su familia y legado. El pecado tiene un alto precio.
Perdón y consecuencias. La gracia de Dios significa que el perdón está disponible para cualquier pecado tras el arrepentimiento, pero no elimina las consecuencias temporales de nuestras acciones. La familia de David sufrió tragedia tras tragedia como resultado directo de su pecado. La disciplina de Dios, aunque dolorosa, es un acto de amor, diseñado para corregirnos y evitar la autodestrucción, obligándonos a volver a Él.
Pasos hacia la restauración. Cuando nos desviamos, Dios inicia un proceso de corrección y restauración, a menudo mediante la convicción del Espíritu Santo, confrontación (a veces a través de otros) y el sufrimiento de consecuencias. El arrepentimiento, con un corazón quebrantado y contrito, es la respuesta necesaria. Guardar nuestro corazón con la Palabra de Dios y la rendición de cuentas con otros hombres es crucial para evitar tropiezos futuros y vivir en obediencia.
6. Dios muestra a los hombres el verdadero camino hacia la felicidad haciendo imposible la satisfacción duradera fuera de Él.
“¡Vanidad de vanidades! —dice el Predicador—, ¡todo es vanidad!”
La futilidad de las búsquedas terrenales. El rey Salomón, poseedor de sabiduría, riqueza y poder sin igual, exploró sistemáticamente todas las vías posibles para hallar felicidad y sentido fuera de Dios, incluyendo el placer, el trabajo, el conocimiento y las posesiones. Su conclusión: “todo era vanidad, correr tras el viento.” El éxito mundano por sí solo no puede brindar satisfacción duradera.
La trampa del sincretismo. Intentar mezclar la fe en Dios con la búsqueda de ídolos mundanos (como sexo, dinero, poder o reputación) conduce a un corazón dividido y, en última instancia, al vacío. La caída de Salomón se debió en parte a sus muchas esposas extranjeras que desviaron su corazón hacia otros dioses. Dios hace imposible encontrar felicidad duradera fuera de Él porque, si pudiéramos, lo haríamos y entonces no le reverenciaríamos.
Teme a Dios y guarda sus mandamientos. La conclusión de Salomón, ganada con esfuerzo tras décadas de búsqueda, es que el deber del hombre es “Temer a Dios y guardar sus mandamientos.” La verdadera felicidad y sentido duraderos solo se encuentran en una vida centrada en Dios, no en la acumulación de éxitos mundanos. Dios, en Su gracia, frustra nuestros ídolos para atraernos de nuevo a Él.
7. Dios llama a los hombres a la acción convirtiendo lo que les rompe el corazón en un llamado apasionado.
Cuando oí estas cosas, me senté a llorar. Durante varios días lloré, ayuné y oré ante el Dios del cielo.
El peso de una carga. Dios a menudo revela un llamado apasionado permitiéndonos ver y sentir el dolor de una parte rota de Su mundo tan profundamente que nos rompe el corazón. Nehemías, al enterarse de los muros destruidos de Jerusalén y la vergüenza de su pueblo, se conmovió hasta llorar, llorar, ayunar y orar. Esta profunda tristeza fue el catalizador de su llamado.
El arrepentimiento precede a la visión. El proceso de responder a una carga comienza con un arrepentimiento humilde, reconociendo nuestro pecado y desobediencia y la de nuestra comunidad. La oración de Nehemías confesó los pecados de su pueblo, incluido él mismo. Este acto de humildad prepara el terreno para que Dios conceda una visión y capacite para actuar y redimir lo que está roto.
Tú eres el plan. El plan de Dios para redimir el mundo a menudo implica elegir hombres específicos, darles una carga, prepararlos y proveer lo necesario para que actúen como Sus agentes de cambio. La visión de Nehemías para reconstruir el muro, su petición al rey y el favor de Dios (“la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí”) ilustran esto. Identificar lo que te hace llorar revela dónde Dios quiere usarte para marcar la diferencia.
8. Dios moldea a los hombres a través del sufrimiento, permitiéndonos obtener lo que no se puede conseguir de otra manera.
[Dios] conoce el camino que tomo; cuando me haya probado, saldré como oro.
El misterio del sufrimiento. Sufrir sin razón aparente es un desafío profundo para la fe, que nos hace cuestionar el conocimiento, cuidado y poder de Dios. Las pérdidas inimaginables de Job —riqueza, hijos, salud e incluso el apoyo de su esposa— ilustran la profundidad del sufrimiento. Aunque no entendamos el “por qué” de ciertas pruebas, la Biblia asegura que el sufrimiento es parte del plan de Dios.
Escuchar a Dios en la quebrantura. El sufrimiento puede despojar nuestra autosuficiencia y apoyos mundanos, dejándonos sin otro recurso que acudir a Dios. El encuentro de Job con Dios tras sus pruebas lo llevó a un conocimiento y temor más profundos (“Mis oídos me habían oído de ti, pero ahora mis ojos te ven”). El sufrimiento nos permite oír la voz de Dios de una manera que a menudo solo es audible para los quebrantados de corazón.
Redención y ganancia. La Biblia no presenta sufrimiento sin sentido; Dios siempre obra para un bien mayor, aunque la razón permanezca oculta. El sufrimiento desarrolla perseverancia, carácter y esperanza; muestra la obra y gloria de Dios; y nos capacita para consolar a otros. Aunque doloroso, Dios promete restaurar y fortalecernos, asegurando que lo ganado a través del sufrimiento es precioso y no se podría obtener de otra forma.
9. Dios equipa a los hombres para alcanzar a otros mediante un proceso de llamado, capacitación y envío de discípulos.
Al ver el valor de Pedro y Juan, y darse cuenta de que eran hombres sin letras ni cultura, se maravillaban y reconocían que habían estado con Jesús.
La Gran Comisión. Hacer discípulos es el método designado por Dios para liberar el poder de Su evangelio y enfrentar la decadencia moral de nuestra cultura. El mandato de Jesús de “Id y haced discípulos” es un imperativo moral para todo cristiano. No discipular, empezando en casa, contribuye al “problema de los hombres” y sus devastadoras consecuencias para familias y sociedad.
Llamar, equipar, enviar. El plan sencillo de Jesús fue llamar a hombres ordinarios (como Pedro) para estar con Él en relaciones auténticas, equipándolos mediante interacción de vida a vida, enseñanza y práctica. Este proceso los transformó en hombres capaces de ministerios extraordinarios. Estar “con Jesús” es el núcleo del equipamiento, cambiando cómo pensamos y actuamos.
Ministerios extraordinarios. Los hombres equipados son enviados a repetir el proceso, haciendo discípulos que hagan discípulos (multiplicación espiritual). Pedro, un pescador sin educación formal, se convirtió en pilar de la iglesia primitiva, realizando milagros y guiando a miles a Cristo porque fue entrenado por el Maestro. El discipulado comienza en casa (esposa, hijos) y se extiende a otros, especialmente a hombres jóvenes que necesitan modelos de masculinidad bíblica.
10. Dios capacita a los hombres para seguir plenamente a Cristo forjándolos en siervos humildes y entregados.
He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. La vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Gratitud por gracia. La pasión incansable de Pablo por Cristo surgió de su profunda gratitud por la gracia recibida, siendo “el peor de los pecadores.” Su dramática conversión de perseguidor a apóstol mostró la paciencia y misericordia ilimitadas de Dios. Entender que no recibimos lo que merecemos, sino gracia, es la base para una vida entregada a Cristo.
La brecha del asombro. El crecimiento espiritual implica una brecha creciente entre nuestra comprensión de la grandeza de Dios y nuestra disminución valoración de nosotros mismos. Esta “brecha de asombro” conduce a la humildad y reverencia, haciendo que las exigentes enseñanzas de Jesús (como tomar la cruz y renunciar a todo) comiencen a tener sentido y se vuelvan deseables.
Buscar al Dios que es. El punto de inflexión para la entrega total suele venir a través de una crisis que nos obliga a dejar de buscar al Dios que queremos (uno que sirva a nuestras ambiciones) y comenzar a buscar al Dios que es (el Señor soberano). Este proceso humillante nos forja en siervos humildes, cada vez más entregados a la señoría de Jesús, dispuestos a ir donde sea, cuando sea y hacer lo que Él pida, encontrando la verdadera vida al perderla por Él.
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Reseñas
Cómo Dios Forma al Hombre, de Patrick Morley, explora cómo Dios moldea el carácter de los hombres a través de ejemplos bíblicos. Los lectores valoran su enfoque en las Escrituras, las ideas prácticas y las preguntas para la reflexión. Muchos lo encontraron alentador y útil tanto para el crecimiento personal como para grupos de hombres. El libro analiza diez personajes bíblicos, destacando principios como la fe, la perseverancia y la entrega. Algunos críticos consideraron que resultaba repetitivo o demasiado sencillo, pero la mayoría elogió su sólida base bíblica y su relevancia para los hombres modernos que buscan profundizar en su fe y liderazgo.
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