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The Mind Workout

The Mind Workout

Twenty steps to improve your mental health and take charge of your life
por Mark Freeman 2017 264 páginas
4.09
249 calificaciones
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Puntos clave

1. La salud mental es condición física, no enfermedad

Si no corres, no es raro que no puedas correr.

La condición mental puede mejorarse. Al igual que la condición física, la salud mental no es un estado fijo, sino algo que puede fortalecerse con esfuerzo y práctica constantes. Es normal tener dificultades con la salud mental si no has trabajado activamente en ella, tal como es normal tener problemas para correr si no has entrenado. Esta perspectiva cambia el enfoque de un trastorno inherente a habilidades que se pueden desarrollar.

La biología apoya la condición. Aunque las enfermedades mentales son experiencias biológicas reales, la capacidad para manejar experiencias mentales difíciles se construye con la práctica, igual que la condición física se desarrolla trabajando con la biología del cuerpo. Los niveles hormonales o las imágenes cerebrales pueden mostrar diferencias, pero no indican necesariamente una enfermedad inmutable; reflejan un estado actual de condición que puede mejorarse. Ninguna cantidad de pensamiento positivo por sí sola puede crear las habilidades o la capacidad necesarias.

El enfoque centrado en la enfermedad limita. La sociedad suele adoptar un enfoque que prioriza la enfermedad, ofreciendo ayuda solo en crisis. Este libro propone una idea radical: no es raro tener dificultades si no mantienes tu salud mental. Todos tenemos un cerebro, todos tenemos salud mental y todos podemos mejorarla aprendiendo habilidades y enfrentando experiencias difíciles, como si entrenáramos para un maratón.

2. Enfócate en los problemas, no en los síntomas

El dolor es un síntoma.

Los síntomas ocultan los problemas raíz. Sentimientos como ansiedad, depresión o pensamientos intrusivos suelen ser síntomas, no los problemas fundamentales. Enfocarse solo en aliviar estos síntomas sin abordar su causa es como tomar analgésicos para un monstruo que te está mordiendo la pierna: puede aliviar el dolor momentáneamente, pero el daño subyacente continúa y empeora.

Las compulsiones son el problema. El problema central suele estar en nuestros comportamientos compulsivos: cualquier acción que hacemos para sobrellevar, verificar o controlar la incertidumbre, la ansiedad y otros sentimientos que no nos gustan. Estas acciones, ya sean evidentes o sutiles, brindan alivio a corto plazo pero inevitablemente causan más dolor y sufrimiento a largo plazo, convirtiéndose en una adicción propia. Ejemplos incluyen:

  • Revisar compulsivamente mensajes en el teléfono
  • Evitar situaciones sociales por miedo al juicio
  • Restringir la alimentación para controlar defectos percibidos
  • Procrastinar para evitar el malestar

Identifica al monstruo. Debemos mirar más allá del dolor inmediato para reconocer al “monstruo”, la fuente del dolor. A veces es externo (desigualdad, violencia), pero a menudo es interno, derivado de nuestras propias acciones como las compulsiones. Entender esta conexión es crucial para lograr un cambio duradero.

3. Acepta los sentimientos y la incertidumbre

No eres una roca.

Los humanos sienten. A diferencia de las rocas, los humanos experimentamos una amplia gama de emociones y vivimos en la incertidumbre. Intentar evitar sentimientos difíciles como la ansiedad, la culpa o la soledad es un intento de ser como una roca, lo que al final nos hunde cuando enfrentamos desafíos. Desarrollar la capacidad para manejar las emociones significa sentir más, especialmente aquellas que nos desafían.

Evitar lo dificulta más. Tratar de evitar experiencias difíciles las hace más complicadas a largo plazo. Así como evitar el ejercicio intenso te debilita, evitar la ansiedad te hace más ansioso. La condición emocional se construye enfrentando el malestar, sintiéndolo y actuando conforme a tus valores a pesar de ello.

La incertidumbre es inevitable. La vida está llena de incertidumbre. Intentar eliminarla mediante conductas de verificación o control es inútil y alimenta la ansiedad que queremos evitar. Aprender a aceptar la incertidumbre como parte natural de la vida es fundamental para mejorar la salud mental y liberar energía para perseguir lo que importa.

4. La atención plena y la meditación son prácticas esenciales

La práctica hace al maestro.

La atención plena es conciencia presente. La atención plena es la práctica de prestar atención intencionadamente, en el momento presente, sin juzgar. Se trata de ser consciente de tus experiencias internas y externas —incluyendo pensamientos y emociones como sentidos— sin perderse en el pasado o el futuro, ni juzgar lo que surge. Es una forma de hacer y ser, no una actividad separada.

La falta de atención es lo opuesto. La falta de atención es prestar atención sin intención, estar perdido en pensamientos y juzgar todo. Años de practicar la falta de atención (por ejemplo, multitarea constante, rumiar) entrenan al cerebro para distraerse fácilmente y reaccionar impulsivamente. La atención plena es la práctica contraria que desarrolla la habilidad de traer la conciencia de vuelta al presente.

La meditación es práctica focalizada. La meditación es el ejercicio concentrado para la atención plena, que fortalece la resistencia para aplicar la conciencia presente en la vida diaria. Es difícil, no un remedio rápido para la calma. Consiste en notar cuando la mente divaga y devolverla suavemente, como levantar un peso. La constancia es clave, empezando poco a poco y avanzando hacia el malestar con amabilidad hacia uno mismo.

5. Elimina las compulsiones: afrontamiento, verificación, control

Tus ‘soluciones’ son parte del problema.

Las compulsiones son patrones reactivos. Las compulsiones son acciones tomadas en reacción a experiencias internas no deseadas (incertidumbre, ansiedad, sentimientos). Se dividen en tres categorías que se superponen: afrontamiento (reemplazar sentimientos malos por buenos), verificación (eliminar la incertidumbre) y control (prevenir experiencias no deseadas). Estos patrones, sin importar la conducta específica, refuerzan el ciclo de malestar.

El afrontamiento recompensa el malestar. Las conductas de afrontamiento (por ejemplo, comer por estrés, jugar en exceso, incluso actividades ‘saludables’ usadas para escapar de sentimientos) enseñan al cerebro que el malestar es requisito para la recompensa. Esto hace que la infelicidad sea necesaria para sentirse bien, creando un ciclo donde necesitas sentirte mal para justificar el mecanismo de afrontamiento.

La verificación alimenta la incertidumbre. Las conductas de verificación (por ejemplo, releer correos, buscar seguridad, revisar noticias o redes sociales constantemente) brindan alivio temporal de la incertidumbre pero entrenan al cerebro para generar más incertidumbres que perseguir. Esto crea un ciclo interminable de búsqueda de certeza que puede consumir mucho tiempo y energía.

El control aumenta la necesidad de control. Las conductas de control (por ejemplo, microgestionar, mentir para manejar percepciones, evitar situaciones) intentan prevenir resultados temidos pero a menudo los causan o empeoran. Cuanto más intentas controlar, más sientes la necesidad de controlar, atrapándote en un ciclo de manipulación impulsada por el miedo que daña relaciones y limita la libertad.

6. Rompe el patrón de pensamiento SI X ENTONCES Y

SI X ENTONCES Y.

Lógica condicional tóxica. El patrón SI X ENTONCES Y es un programa central que impulsa las compulsiones: SI experimento X (un sentimiento, pensamiento, incertidumbre), ENTONCES debo hacer Y (una compulsión) para sentirme bien o evitar un resultado temido. Esto crea una dependencia donde la experiencia no deseada (X) se convierte en el disparador para la acción (Y), reforzando el ciclo.

El pensamiento mágico es común. Este patrón suele involucrar ‘pensamiento mágico’, creer que una acción específica (Y) puede controlar resultados no relacionados (X), como pensar que rezar correctamente previene accidentes o que verse de cierta manera garantiza ser querido. Esto crea una trampa: si la acción no se realiza o no produce el resultado deseado, la consecuencia temida parece inevitable y aterradora.

La alternativa es SI X ENTONCES X. El antídoto es romper este patrón y simplemente aceptar X tal como es. SI me siento estresado, ENTONCES me siento estresado. No significa automáticamente que no pueda funcionar o que algo terrible sucederá. La atención plena ayuda a crear espacio para experimentar X sin activar automáticamente Y, permitiéndote elegir acciones alineadas con tus valores en lugar de reaccionar compulsivamente.

7. Alimenta la vida con valores, no con miedo

Los valores son las direcciones hacia las que queremos avanzar con cada paso que damos en la vida.

El miedo dicta, los valores guían. Cuando el miedo es el motor principal de las acciones, la vida se convierte en una reacción a lo que queremos evitar (por ejemplo, el miedo al juicio lleva a complacer a los demás). Esto nos aleja de quienes somos y de lo que realmente importa. Los valores, en cambio, actúan como una brújula que guía nuestros pasos hacia una vida alineada con nuestros deseos e identidad más profundos.

Los valores impulsan a través de la dificultad. La “curva de la infelicidad” muestra que el cambio y la innovación implican mayor malestar. Los valores proporcionan el impulso necesario para atravesar ese malestar en lugar de caer en comportamientos familiares impulsados por el miedo. Aceptar la ansiedad mientras actúas según tus valores es la práctica de elegir el bienestar a largo plazo sobre el alivio inmediato.

Alinea acciones con identidad. La salud mental es la práctica de ser tú mismo. Una brecha entre quién eres (valores) y cómo actúas (compulsiones impulsadas por el miedo) genera ansiedad y depresión. Invertir tiempo y energía en lo que te importa, guiado por valores, es clave para cerrar esa brecha y construir una vida plena.

8. Comprende y acepta tus miedos

Tu cerebro está tratando de ayudarte.

Los miedos tienen raíces comunes. Bajo la superficie de síntomas y compulsiones específicas hay algunos miedos centrales (por ejemplo, miedo a la muerte, a la soledad, a perder recursos). Intentar abordar cada síntoma individualmente es ineficiente; entender los miedos subyacentes permite atacar la causa raíz.

La lógica útil del cerebro. El cerebro, en su intento de protegerte, genera lógicamente más incertidumbres relacionadas con tus miedos cuando reaccionas compulsivamente. Si temes a la muerte y buscas signos de enfermedad, el cerebro aprende que la muerte es peligrosa y te ofrece más preocupaciones relacionadas para verificar, creando un ciclo obsesivo.

La aceptación desarma el miedo. Aprender a aceptar las consecuencias temidas (por ejemplo, aceptar que podrías morir, ser odiado o fracasar) muestra al cerebro que estas experiencias no son tan catastróficas como cree. Esto no significa que las desees, sino que confías en ti para manejarlas si ocurren. Esta práctica, a menudo desafiante, ayuda a aflojar el control del miedo y evita que dicte tus acciones.

9. Desafía creencias y deseos poco útiles

Las creencias son elecciones.

Las creencias moldean la realidad. Nuestras creencias centrales sobre nosotros mismos, los demás y el mundo influyen significativamente en nuestras experiencias y acciones. Creencias poco útiles (por ejemplo, “mi valor depende de la validación externa”, “pensar mal me hace mala persona”) alimentan juicios y deseos que nos empujan a conductas compulsivas.

Los deseos pueden ser destructivos. Los deseos, especialmente los centrados en evitar sentimientos (por ejemplo, querer eliminar la ansiedad, buscar certeza), pueden consumir nuestras vidas. Si deseas dejar de estar triste más que nada, tu cerebro te proporcionará tristeza para que persigas constantemente el alivio, reforzando el ciclo.

Externaliza y cuestiona. Hacer visibles las creencias y deseos (por ejemplo, escribiéndolos, usando notas adhesivas) ayuda a externalizarlos, creando espacio para la reflexión crítica. Luego puedes cuestionar su utilidad y elegir adoptar nuevas creencias que se alineen mejor con tus valores y apoyen el bienestar a largo plazo. Mostrarle a tu cerebro mediante la acción que confías en ti es clave para cambiar creencias sobre el valor propio y la capacidad.

10. Practica la no-judgmentalidad

El juicio es la primera compulsión.

El juicio desencadena malestar. Juzgar experiencias internas o externas (pensamientos, sentimientos, personas, situaciones) suele ser la chispa inicial que enciende la reacción en cadena de sentimientos no deseados (ansiedad, ira, miedo) y nos empuja a las compulsiones. No juzgamos todo (como una pintura fea o las hojas); nuestros juicios son selectivos y están ligados a creencias y miedos.

La no-judgmentalidad es conciencia sin reacción. Practicar la no-judgmentalidad significa reconocer las experiencias (pensamientos, sentimientos, sensaciones) tal como son, sin etiquetarlas como ‘buenas’ o ‘malas’ ni sentir la necesidad de actuar sobre ellas. Se trata de crear espacio entre tú y la experiencia, como ver nubes en el cielo sin dejar que controlen tu estado de ánimo o acciones.

Desarrolla capacidad de elección. La no-judgmentalidad no es estar de acuerdo o ignorar lo difícil; es desarrollar la capacidad de elegir cómo responder. Al no juzgar ni reaccionar automáticamente, liberas energía mental y ganas libertad para actuar según tus valores, incluso cuando experimentas cosas que no te gustan. Esta práctica es fundamental para romper el ciclo de compulsiones impulsadas por el miedo.

11. Haz de la felicidad una práctica

La felicidad es una práctica distinta en sí misma.

La felicidad no es ausencia de miedo. La felicidad no es solo la ausencia de miedo ni el resultado de vencer enemigos internos. Creer esto te atrapa en un ciclo donde necesitas problemas que resolver para sentirte bien. La felicidad es una práctica activa, construida con esfuerzo constante, como cualquier otra habilidad o estado del ser.

Síndrome de Estocolmo con las compulsiones. Muchas personas desarrollan una especie de “síndrome de Estocolmo” con sus compulsiones y el sufrimiento resultante. Pueden odiar el dolor pero temer más escapar de él, aferrándose a los beneficios percibidos (alivio breve, certeza) y creyendo que la “jaula” de las compulsiones es protectora. Superar esto requiere reconocer la prisión y elegir la libertad a pesar del miedo.

Mide el funcionamiento, no solo los sentimientos. Al hacer cambios, enfócate en medir tu funcionamiento (tu capacidad para hacer lo que importa) en lugar de depender solo de cómo te sientes. Cambiar saludablemente suele ser incómodo y no se siente “feliz” de inmediato. La acción constante alineada con valores, incluso en el malestar, es el camino hacia la felicidad duradera. Practicar la gratitud por cosas simples es una forma de desarrollar capacidad para emociones positivas.

12. Planifica el camino y evita recaídas

Lo “normal” te trajo hasta aquí.

El camino tiene obstáculos. La ruta hacia una mejor salud mental es una aventura en la naturaleza con obstáculos comunes. Reconocer estas barreras te ayuda a planificar y sortearlas eficazmente. Barreras clave incluyen:

  • Creer que eres único o estás exento de desafíos.
  • Buscar “entendimiento” de otros (una compulsión de control).
  • No desmontar sistemas de vida (relaciones, hábitos laborales) construidos alrededor de viejas compulsiones.
  • Confundir cambios externos (nuevo trabajo, lugar) con desarrollo interno de habilidades.
  • Querer evitar la recaída a toda costa.

No vuelvas a lo normal. La forma “normal” de vivir, a menudo llena de compulsiones sutiles y reacciones impulsadas por el miedo, es lo que causó las dificultades. Aspirar a regresar a ese estado es contraproducente. Abraza una nueva forma de ser, impulsada proactivamente por valores, aunque se sienta “anormal” comparada con hábitos pasados o normas sociales.

Acepta la posibilidad de recaída. Paradójicamente, querer evitar la recaída puede ser una barrera. Aceptar que los retrocesos son posibles te permite planificarlos y verlos como oportunidades para aprender y retomar tu camino, no como fracasos catastróficos. Busca apoyo en otros que hayan recorrido caminos similares; no tienes que navegar este complejo viaje solo.

Última actualización:

Reseñas

4.09 de 5
Promedio de 249 calificaciones de Goodreads y Amazon.

El Entrenamiento Mental de Mark Freeman ha recibido en su mayoría críticas positivas, con una calificación promedio de 4.09 sobre 5. Los lectores valoran su enfoque práctico hacia la salud mental, comparándolo con el cuidado físico. Muchos encuentran útil el libro para manejar la ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo y otros problemas relacionados con la salud mental. Se destaca por su lenguaje accesible, ejemplos cercanos y ejercicios que se pueden poner en práctica. Algunos lectores lo consideran un cambio de vida, aunque unos pocos critican su enfoque simplista o la calidad de la traducción. En conjunto, se recomienda para quienes buscan mejorar su bienestar mental.

Your rating:
4.4
9 calificaciones

Sobre el autor

Mark Freeman es un autor y defensor de la salud mental reconocido por su trabajo en ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo y temas relacionados. Su enfoque nace de la experiencia personal, pues él mismo ha superado sus propios desafíos en salud mental. Freeman combina principios de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) con ejercicios prácticos y analogías cercanas. Destaca la idea de que la salud mental puede entrenarse y mejorarse, de manera similar a la condición física. Aunque no es psicólogo ni profesional médico titulado, se define como un "entrenador de salud mental" que ayuda a otros basándose en su propio proceso de recuperación y en la investigación.

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